¿Alguna vez te has sentido fuera de lugar, incluso en tu propia piel?
Ava sabe bien lo que es ser diferente. Con 16 años, es víctima de un brutal incendio en el que pierde a sus padres, del que ella sobrevive, pero que le deja el cuerpo lleno de cicatrices y quemaduras que le desdibujan una cara que ya no reconoce.
Tras un año de recuperación, es hora de volver al instituto, pero Ava teme las miradas de sus compañeros, no quiere ver en ellos el reflejo de lo que ahora es: una chica desfigurada que solo quiere desaparecer.
Pero el instituto no es el infierno que imaginaba. Y es que, después del fuego, más allá del dolor, hay lugar para sanar las heridas. Y en el camino existen también amigos con quienes volver a reírse hasta de sí misma, ver el lado bueno de las cosas y -por encima de todo- aprender a quererse tal y como es.
A veces solo necesitamos recordar que incluso las heridas más profundas cicatrizan.
¿Cómo llamar a alguien que supuestamente no debía sobrevivir?
¿Que muchas veces desearía no haberlo hecho?
Esta es una de esas historias que pueden sonar difíciles pero la verdad es que el libro no lo es. Claro que lo que vivió y vive la protagonista es un infierno, pero no es un libro abrumador ni angustiante. Tampoco es un libro de resiliencia y final feliz. Es un libro que nos muestra una realidad. Por eso creo que me gustó. Porque no decora lo que pasa, ni para bien ni para mal.
La protagonista, Ava, sufrió quemaduras gravísimas durante un incendio en su casa. Perdió a sus padres y a su prima. Ahora vive con sus tíos y tras haber pasado un año en recuperación, debe volver al instituto. Como todo lugar lleno de adolescentes, el instituto es el último lugar en el que quiere estar Ava, sabe como la ve la gente y sabe la maldad que pueden tener los chicos de su edad. Pero sus tíos y su doctor creen que es lo mejor.
Lo que me pasó con esta historia es que me atrapó completamente, leí el libro en 2 días. Es muy ágil. La protagonista no es una chica fácil, creo que el porqué es bastante claro. Me gustó que la autora nos mostrara todo el trabajo que debe hacer Ava para poder empezar a sanar, tanto física como mental y emocionalmente.
Otra cosa que me gustó mucho del libro fue ver como Ava redescubre los vínculos, tanto familiares como de amistad. Estos son, sin duda, lo que ayudan a Ava a avanzar y a aceptarse. Sus tíos Cora y Glenn son quienes están al lado de ella todo el tiempo, pero Ava puede ACEPTAR su amor incondicional cuando logra superar la culpa de sobrevivir y deja de ver su vida como la vida de alguien que no debería estar ahí. El otro vínculo que fue maravilloso de leer fue el que mantiene con Piper y Asad, sus dos mejores amigos. Y no es nada fácil, pero nada NADA. Sin embargo, es real, sincero y logra que Ava pueda ver que no todo es como se muestra. Sé que suena cliché, pero es muy fuerte lo que le toca vivir; y ya acá no hablo ni del incendio, sus quemaduras ni su piel, sino que es algo que le toca vivir como amiga y adolescente.
En definitiva, es un libro que me gustó mucho porque nos muestra una realidad. Nos muestra lo crueles que podemos ser ante sobrevivientes de quemaduras, lo insensibles e ignorantes. Nos muestra todo lo que deben pasar estas personas y como pueden volver a vivir luego de lo que les pasó. Pero lo que más me gustó es que se sintió real, que la autora no nos tapujeo nada ni nos relató una fantasía. Es sin dudas un libro que recomendaría, y más que nada a adolescentes. Creo que es una historia que le puede brindar mucho a chicos que esten en la edad de Ava y sientan que están solos.
Por una vez, empiezo a creer
Que debajo de esta piel,
Sigue habiendo un yo
De ceniza,
de humo,
de cicatrices:
Una chica.
A la espera
de abrir
las alas